Un sistema imperfecto
Si eres una persona muy perfeccionista puedes agobiarte llevando un huerto. Las tareas son muchas y la vegetación lucha por vivir, no solo la que tú pones.
En mi caso nunca le puedo dedicar el tiempo necesario, siempre voy a trancas y barrancas, hago las cosas rápido y a destiempo. Aunque me harto de comer lo que me da, siempre tengo que priorizar tareas, eso se traduce en zonas descuidadas a las que llego al final o no llego.
En estas zonas que quedan a su aire, la naturaleza respira y se desarrolla de forma desorganizada e imprevista para el humano ignorante, como cuando el otoño pasado aparecieron setas aqui y allá en las zonas acolchadas, lo cual a pesar de lo que piense un agricultor convencional, es muy buena noticia ya que es una señal de un suelo vivo.
Aunque he tenido arranques de ordenar el huerto y mantenerlo todo bajo control, las circunstancias de la vida y lo que veo que ocurre si lo descuido, me han hecho abrazar este sistema imperfecto, y maravillarme ante las cosas sorprendentes que aparecen cuando menos me las espero.
Así tanto el humano agricultor como el naturalista están contentos y pueden coexistir.