Como me entretengo camino al trabajo
Tengo la buena costumbre de ir caminando al trabajo, me lleva unos 35` ida y otros tantos de vuelta. Me da tiempo a pensar, mirar, y escuchar.
He intentado usar auriculares como hace el resto de caminantes, pero es que me pierdo todo lo que pasa alrededor.
Esta mañana escuche a los mirlos y petirrojos, también una bandada de mitos y por supuesto el autillo que pasa el invierno en el instituto por donde paso antes de que aclare el cielo. Tengo la sensación de que soy el único que se está percatando de esos vecinos salvajes que viven en la ciudad, aunque supongo que algún@ ornitolog@ más habrá que se fije.
En invierno, gracias a las temperaturas suaves y a los pocos depredadores, algunos pájaros migrantes distintos de los habituales pasan los meses fríos en los jardines y me alegran con más variedad de cantos y colores.
Esta pobre curruca capirotada ha aparecido en el patio del hospital, y me ha recordado al gavilán que apareció hace unos años cazando por allí. No es que los animales nos invadan - como te dirán los tremendistas conspiranoicos- es que nosotros hemos invadido todo, ellos se adaptan como pueden a la nueva realidad.
